Los domingos a la noche, suelen ser dueños de un curioso embrujo.
Uno asume un estado como de paralisis o de cierto encantamiento.
Tal vez por el lunes inminente, por lo vivido el fin de semana o quizàs por lo que estos dìas nos negaron.
Como sea, el domingo nos regala, o nos quita quien sabe, algo que nos pertenece o por lo menos, nos deberìa pertenecer.
                                                La vida es una carcel con las puertas abiertas.

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